martes, 24 de enero de 2012

Ned Ludd

Quién mató a Ned Ludd - John y Paula Zerzan



En Inglaterra, primera nación industrial, la primera y más importante empresa del capital, que iniciaba sus pasos en el ramo del textil, surgió el movimiento revolucionario extendido ampliamente entre 1810 y 1820 y conocido bajo el nombre de luddismo.
La lucha contra el levantamiento de los ludditas -y su derrota- fue de gran importancia para la evolución ulterior de la sociedad moderna. La destrucción de las máquinas, arma esencial, anuncia -desde luego certeramente- estos sucesos a lo largo de todo el siglo XVIII. Por supuesto, este levantamiento no fue exclusivo de los obreros del textil ni de Inglaterra. Los obreros agrícolas, los mineros, los molineros y muchos otros coincidieron en la destrucción de las máquinas, a menudo en contra de lo que se suele denominar sus propios «intereses económicos». De la misma manera, como recuerda Fulop Miller, los obreros de Eurpen y Aix la Chapelle destruyeron las importantes fábricas de Cockerill, los tejedores de Schmollen y Crimmitschau arrasaron las fábricas de estas ciudades y muchos otros hicieron lo mismo en los comienzos de la revolución industrial.
Ahora bien, fueron los obreros ingleses del ramo textil -calceteros, tejedores, hilanderos y demás- quienes iniciaron un movimiento tal que, como Thompson escribe, «la simple violencia revolucionaria rara vez ha estado tan extendida en la historia inglesa», afirmación que seguramente está por debajo de la realidad. Generalmente este levantamiento ha sido caracterizado como ciego, desorganizado, reaccionario, limitado e ineficaz, pero la rebelión espontánea durante un tiempo contra el nuevo orden económico tuvo mucho éxito y fines revolucionarios. El Times del 2 de febrero de 1812 describe «la aparición de una guerra abierta» en Inglaterra más encarnizada en las zonas más desarrolladas y particularmente en el centro y norte. El comandante Wood escribe el 17 de junio de 1812 a Fitzwilliam, miembro del gobierno, que «salvo lugares determinados que están ocupados por soldados, el país está prácticamente en manos de los rebeldes». Los ludditas fueron verdaderamente irresistibles en varias etapas de la segunda década del siglo y desarrollaron una conciencia propia y una moral elevada. Como escriben Cole y Postgate, «la verdad es que no se podía detener a los ludditas; las tropas corrían en todas direcciones, impotentes, ridiculizadas por el silencio y la confabulación de los trabajadores». Un examen posterior de partes de prensa, cartas y octavillas demuestra que la insurrección estaba claramente orientada; por ejemplo, «todos los nobles y los tiranos deben ser derrocados», declara una octavilla distribuida en Leeds. Los preparativos para una revolución general explícita eran evidentes, por ejemplo en Yorkshire y Lancashire, ya en 1812.
Se destruyeron enormes cantidades de bienes, entre los que se contaban numerosísimos telares para hacer medias que habían sido readaptados para una producción de calidad inferior. De hecho, el movimiento extrajo su nombre del joven Ned Ludd, que, antes de producir las chapuzas que se le solicitaban, destrozó el telar a martillazos. Controlar los instrumentos de producción o destruirlos; esta idea exaltaba la imaginación popular y proporcionaba a los ludditas un apoyo unánime. Hobsbawn afirma que «los que destrozaban las máquinas encontraban una simpatía desbordante en todas las capas de la población», lo que para Churchill, en 1813, suponía «la inexistencia total de medios para mantener el orden público». Los obreros que destrozaban telares llevaron a cabo una ofensiva importante en 1812 y hubo que oponerles efectivos cada vez más numerosos, que llegaron a sobrepasar en número a las tropas que Wellington tuvo a sus órdenes contra Napoleón. Mas el ejército no sólo era débil por ser disperso, sino que además no era seguro, pues se sospechaba que simpatizaba con el enemigo a causa de la presencia de muchos ludditas enrolados en sus filas. Además, apenas se podía contar con los magistrados y los policías locales, y el empleo sistemático de espías era ineficaz frente a la clara solidaridad del pueblo. Como era de suponer, la milicia voluntaria regida por el Watch and Ward Act (Ley de Guarda y Tutela) sólo servía para «armar a los que eran más violentos en su desacuerdo» (según Hammonds), de modo que bajo el gobierno de Peel hubo de instituirse el sistema moderno de policía profesional.
Intervenciones de esta naturaleza apenas podían bastar teniendo en cuenta el camino seguido por el luddismo, que a cada acontecimiento parecía más revolucionario. Cole y Postgate, por ejemplo, describieron a los ludditas posteriores a 1815 como más radicales que sus predecesores y llegaron a la conclusión de que «se ponían en contra del sistema de fábricas en general». Thompson observa también que incluso en 1819 todavía parecía abierta la vía a una insurrección general victoriosa.
Contra lo que Mathias llamaba «la tentativa de destruir la nueva sociedad», hacia falta un arma mucho más cercana al punto de producción y especialmente la búsqueda de una aceptación del orden fundamental a través del sindicalismo. Aunque esté claro que la ascensión del sindicalismo fue consecuencia tanto del luddismo como de la creación de una policía moderna, debemos también comprender que antes de las sublevaciones ludditas había existido entre los obreros textiles y otros una tradición, por mucho tiempo tolerada, de sindicalismo. De ahí, como Morton y Tate señalan casi en solitario, que la destrucción de las máquinas en este período no pueda considerarse como la explosión desesperanzada de los obreros faltos de otra salida. A pesar de las Combinations Acts, que fueron una prohibición reforzada de los sindicatos entre 1799 y 1824, el luddismo no se movió en el vacío, sino que durante cierto tiempo se opuso eficazmente al rechazo de un aparato sindical extensivo que buscaba un compromiso con el capital. De hecho, la elección entre ambos era posible y los sindicatos fueron dejados de lado en provecho de una organización directa de los trabajadores que servía a sus fines radicales.
Durante el período en cuestión, está perfectamente claro que se consideraba al sindicalismo como fundamentalmente distinto del luddismo y, precisamente por ello, era estimulado con la esperanza de que absorbiera la autonomía de los ludditas. Contrariamente a las disposiciones de las Combinations Acts, en ocasiones los sindicatos eran considerados legales por los tribunales y cuando los sindicalistas eran perseguidos sólo recibían castigos ligeros o no los recibían, mientras que los ludditas habitualmente eran ahorcados. Algunos miembros del Parlamento acusaban abiertamente a los propietarios del desbarajuste social de no utilizar plenamente la vía sindical para resolverlo. Esto no quiere decir que los objetivos de los sindicatos y su control fueran tan claros y bien definidos como hoy, pero la indispensable función de los sindicatos frente al capital se clarificaba, iluminada por la crisis existente y por la necesidad que se experimentaba de tener aliados para la pacificación de los trabajadores. Los diputados de los condados de las Midlands presionaban a Gravenor Henson, líder del sindicato de la corporación de tejedores, para que combatiera el luddismo, como si tal cosa fuera necesaria. Su método de estímulo de la represión era, naturalmente, su infatigable propaganda en pro de la fuerza del sindicato. El comité sindical de la corporación de tejedores, según el estudio de Church sobre Nottingham, «daba a los trabajadores instrucciones precisas de no estropear los telares». Y el sindicato de Nottingham, la principal fuerza del sindicato general industrial, se oponía también al luddismo y no empleó nunca la violencia.
Si bien los sindicatos apenas fueron aliados de los ludditas, puede decirse que fueron el estadio siguiente al luddismo en el sentido de que el sindicalismo tuvo una participación esencial en su derrota por medio de las divisiones, la confusión y el agotamiento de energías que produjeron los sindicatos. El sindicalismo «reemplazó» al luddismo del mismo modo que salvó a los empresarios de los insultos de los niños en plena calle y del poder directo de los productores. El reconocimiento pleno de los sindicatos por la anulación en 1824 y 1825 de las Combinations Acts «tuvo un efecto moderado sobre el descontento popular», en palabras de Darvall. La campaña en pro de su anulación, llevada a cabo por Place y Hume, triunfó fácilmente en el Parlamento, sin modificar y con el testimonio favorable tanto de patronos como de sindicalistas, con sólo la oposición de un puñado de reaccionarios. De hecho, mientras entre los argumentos conservadores de Place y Hume figuraba la predicción de un número menor de huelgas después de la anulación, muchos patronos comprendían el papel catártico y pacificador de las huelgas y apenas se conmovieron ante la ola de huelgas que siguió a la anulación. El decreto de anulación relegaba al sindicalismo, por supuesto, a sus tradicionales tareas marginales referidas a los salarios y el tiempo de trabajo. Una legalidad de la cual deriva la presencia universal de cláusulas sobre los «derechos de dirección» en los convenios colectivos laborales de hoy.
La campaña de mitad de la década de 1830 contra los sindicatos llevada a cabo por algunos patronos sólo subrayó, a su manera, el papel central de los sindicatos: esta campaña era posible por que los sindicatos habían conseguido romper el radicalismo de los obreros del período anterior, que recurrían a la acción directa. Lecky tenía, pues, toda la razón al decir un poco más tarde «que no cabía la menor duda de que los sindicatos más grandes, más ricos y mejor organizados habían hecho mucho en favor de la disminución de conflictos de trabajo»; del mismo modo, los Webbs reconocieron que en el siglo XIX hubo muchas más revueltas laborales mientras el sindicalismo no constituyó una regla.
Pero volviendo a los ludditas, no encontramos al respecto más que unos cuantos relatos en primera persona y una tradición prácticamente secreta, principalmente por que se proyectaron a sí mismos en sus actos y no en una ideología. Pero ¿esto es todo?. Stearns, quizá el comentarista más cercano a los hechos, escribió: «los ludditas desarrollaron una doctrina basada en las supuestas virtudes de los métodos manuales». Casi les llama con condescendencia «los miserables retrasados», y hay seguramente algo de verdad en esta afirmación. El ataque de los ludditas no estaba ocasionado por la introducción de máquinas nuevas, como suele creerse, puesto que no hay ninguna evidencia de ello en 1811 y 1812, cuando el luddismo comenzó a actuar. La destrucción se practicaba sobretodo contra los nuevos métodos de producción chapucera, dictados para hacer funcionar las nuevas máquinas. No era un ataque contra la producción sobre bases económicas, sino que era ante todo la respuesta violenta de los obreros textiles (pronto secundados por otros) a las tentativas de degradación en forma de un trabajo inferior: baratijas, piezas montadas deprisa y corriendo, eran por lo general las causas principales.
Las ofensivas ludditas generalmente correspondieron a períodos de depresión económica; el motivo es que los patronos aprovecharon en ocasiones tales períodos para introducir nuevos métodos de producción. Pero también es cierto que no todos los períodos de pobreza engendraron luddismo, pues este aparecía en zonas no especialmente empobrecidas. Leicestershire, por ejemplo, fue el peor punto en los malos momentos y era una zona productora de manufacturas laneras de la mejor calidad; Leicestershire fue un poderoso núcleo luddita.
Preguntarse qué podía tener de radical un movimiento que al parecer «se limitaba» a pedir el abandono de las labores fraudulentas es no captar la íntima verdad de un supuesto acertado, que ambas partes asumieron entonces: la relación entre la destrucción de maquinaria y la sedición. Como si la lucha del productor por la integridad de su trabajo vital pudiera llevarse a cabo sin poner en tela de juicio el capitalismo entero. La petición del abandono de labores fraudulentas supone necesariamente un desastre y, en la medida en que se exija, una batalla de derrota total o victoria total. Lo cual afecta directamente al núcleo de las relaciones capitalistas y a su dinámica.
Otro aspecto del fenómeno luddita generalmente considerado con condescendencia a base de ignorarlo por completo, es el aspecto organizativo. Los ludditas, como ya sabemos, golpeaban salvaje y ciegamente, mientras que sólo los sindicatos proporcionaban formas de organización a los trabajadores. Pero, de hecho, los ludditas se organizaron local e incluso federalmente agrupando a los obreros de todos los ramos con una coordinación sorprendente. Evitando cualquier estructura alienante, su organización, sabiamente, no era formal ni permanente. Su tradición de revuelta carecía de núcleo y prevaleció durante largo tiempo a modo de «código no escrito»; la suya era una comunidad no manipulable, una organización que se sustentaba en sí misma. Todo lo cual, desde luego, resultó esencial para la aparición del luddismo y para su enraizamiento. En la práctica, «ningún nivel de actividad de los magistrados ni la ampliación de los contingentes militares extirpó el luddismo. Todos sus ataques revelaban un plan y un método», constata Thompson, que da crédito también a su «altiva seguridad y a sus comunicaciones». Un oficial de la armada comprendió en Yorkshire que estaban en posesión de «un nivel extraordinario de acuerdo y de organización». William Cobbett comentaba en 1812, en relación con un informe al gobierno: «Y tal es la circunstancia que más ha de inquietar al gobierno. No se pueden encontrar agitadores. Es un movimiento del pueblo mismo».
No obstante, y a pesar de las afirmaciones de Cobbett, los líderes ludditas colaboraron con las autoridades. No se trataba de un movimiento totalmente igualitario, aunque estuvieran más cerca de ello de lo que cabe suponer sopesando su interés por evitar el liderazgo y el corto número de quienes lo soslayaron. Como es natural, el «refinamiento político» surgió por entonces más eficazmente de entre los líderes, del mismo modo que a partir de ellos se desarrollaron en algunos casos los cuadros sindicales.
En los tiempos «pre-políticos» de los ludditas -como en nuestros tiempos «post-políticos»- el pueblo detestaba abiertamente a los dirigentes. La muerte de Pitt, en 1806, les alegró; y, todavía en mayor medida el asesinato de Perceval en 1812. Tales manifestaciones ante la muerte de los primeros ministros evidencian la debilidad de las mediaciones entre dirigentes y dirigidos, la falta de integración entre ambos. La definición política de los trabajadores era, desde luego, menos importante que su definición o integración industrial por la vía sindical; por tal motivo aquella sobrevino más lentamente. De todos modos, hubo una poderosa arma pacificadora: los intensos esfuerzos realizados para interesar al pueblo en las actividades jurídicas, especialmente con vistas a ampliar la base electoral del Parlamento. Cobbett, generalmente considerado el más enérgico panfletista de la historia inglesa, animó a muchos a unirse a los Hampdon Clubs en pro de la reforma electoral y se caracterizó también, en palabras de Davis, por su «condena sin paliativos de los ludditas». Los efectos perniciosos de esta campaña de reforma y división pueden medirse hasta cierto punto comparando las enérgicas manifestaciones previas antigubernamentales de los Gordon Riots (1780) y los atropellos al rey en Londres (1795) con masacres y fiascos como los levantamientos de Pentridge y Peterloo, más o menos coincidentes con la derrota del luddismo, poco antes de 1820.
Volviendo, para concluir, a mecanismos más fundamentales, confrontaremos de nuevo los problemas del trabajo y el sindicalismo. Este último ha de reconocerse que llegó a ser permanente debido al divorcio invariable entre los trabajadores y el control de los medios de producción; y, desde luego, como hemos visto, el sindicalismo contribuyó sustancialmente a este divorcio. Algunos, entre los que se cuentan, claro está, los marxistas, vieron esta derrota y sus formas y la victoria del sistema fabril como salidas inevitables y deseables, por más que tuvieran que admitir que una parte significativa de la dirección de las operaciones industriales, incluso en la actualidad, depende de la realización del trabajo. Un siglo después de Marx, Galbraith considera que el mantenimiento del sistema de productividad en contra del de creatividad reside en la básica renuncia sindical a toda reivindicación relacionada con el trabajo. Mas el trabajo, según todos los ideólogos, es un área cerrada e inmune a la falsificación. Las actividades laborales son un núcleo impenetrable a intromisiones de la ideología y de sus formas tales como la mediación y la representación. Así pues, los ideólogos ignoran la incesante y universal reclamación luddita del control del proceso productivo. En consecuencia, la lucha de clases es algo totalmente diferente para el trabajador que para el ideólogo.
En los primeros tiempos del movimiento de las Trade Unions hubo altas dosis de democracia. Por ejemplo, estaba muy extendida la práctica de nombrar delegados por rotación o sorteo. Pero no puede ser legítimamente considerada democrática la derrota que se halla en la base del éxito de los sindicatos, derrota que hacía de éstos una organización cómplice, una caricatura de la comunidad. A este nivel no se podía disimular que el sindicalismo era el agente de la aceptación y mantenimiento de un mundo grotesco.
El balance marxiano considera que la productividad es el bien supremo; igualmente, los izquierdistas ignoran la verdadera historia de los ludditas (el final del poder real de los trabajadores) llegando así, por increíble que parezca, a considerar que los sindicatos es lo mejor que pueden desear los trabajadores desprotegidos. El oportunismo y el elitismo de todas las internacionales, así como la historia del izquierdismo, abocan finalmente al fascismo cuando las represiones acumuladas dan su fruto: cuando el fascismo puede apelar con resultados positivos a los trabajadores presentándose como dispersador de inhibiciones, como «socialismo de acción», etc; en resumen, como revolucionario. Ha de quedar bien claro cuánto se perdió con el luddismo y qué terrible anti-historia empezaba entonces.
Hay quienes vuelven a fijar la etiqueta de «época de transición» a la creciente crisis actual, esperando tranquilamente que todo se resuelva con otra derrota de los ludditas. Vemos hoy la misma necesidad de reforzar la disciplina en el trabajo, como en los viejos tiempos, e idéntica conciencia popular del sentido del progreso. Pero es muy posible que hoy podamos reconocer a nuestros enemigos con mayor claridad de modo que esta vez la transición esté en manos de los creadores.





Historia de un fantasma 

 

Esta es la historia de Ned Ludd, líder del movimiento de trabajadores textiles que destruyó máquinas industriales a principios del siglo XIX. El relato siguiente corresponde a Chistian Ferrer, de su libro Cabezas de tormenta.
NED LUDD, EL FANTASMA
por Christian Ferrer
Todo comenzó un 12 de abril de 1811. Durante la noche, trescientos cincuenta hombres, mujeres y niños arremetieron contra una fábrica de hilados de Nottinghamshire, destruyendo los grandes telares a golpes de maza y prendiendo fuego a las instalaciones. Lo que allí ocurrió pronto sería folklore popular. La fábrica pertenecía a William Cartwright, fabricante de hilados de mala calidad pero pertrechado de nueva maquinaria. La fábrica, en sí misma, era por aquellos años un hongo nuevo en el paisaje: lo habitual era el trabajo cumplido en pequeños talleres. Otros setenta telares fueron destrozados esa misma noche en otros pueblos de las cercanías. El incendio y el haz de mazas se desplazó luego hacia los condados vecinos de Derby, Lancashire y York, corazón de la Inglaterra de principios del siglo XIX y centro de gravedad de la Revolución Industrial. El reguero que había partido del pueblo de Arnold se expandió sin control por el centro de Inglaterra durante dos años, perseguido por un ejército de diez mil soldados al mando del general Thomas Maitland. ¿Diez mil soldados? Wellington mandaba sobre bastantes menos cuando inició sus movimientos contra Napoleón desde Portugal. ¿Más que contra Francia? Tiene sentido: Francia estaba en el aire de las inmediaciones y de las intimidaciones; pero no era la Francia napoleónica el fantasma que recorría la corte inglesa, sino la asamblearia. Sólo un cuarto de siglo había corrido desde el Año I de la Revolución. Diez mil soldados. El número es índice de lo muy difícil que fue acabar con los luditas. Quizá porque los miembros del movimiento se confundían con la comunidad. En un doble sentido: contaban con el apoyo de la población, eran la población. Maitland y sus soldados buscaron desesperadamente a Ned Ludd, su líder. Pero no lo encontraron. Jamás podrían haberlo encontrado, porque Ned Ludd nunca existió: fue un nombre propio pergeñado por los pobladores para despistar a Maitland. Otros líderes que firmaron cartas burlonas, amenazantes o peticiones se apellidaban “Mr. Pistol”, “Lady Ludd”, “Peter Plush” (felpa), “General Justice”, “No King”, “King Ludd” y “Joe Firebrand” (el incendiario). Algún remitente aclaraba que el sello de correos había sido estampado en los cercanos “Bosques de Sherwood”. Una mitología incipiente se superponía a otra más antigua. Los hombres de Maitland se vieron obligados a recurrir a espías, agentes provocadores e infiltra dos, que hasta entonces constituían un recurso poco esencial de la logística utilizada en casos de guerra exterior. He aquí una reorganización temprana de la fuerza policial, a la cual ahora llamamos “inteligencia”.
Si a los acontecimientos que lograron tener en vilo al reino y al Parlamento se los devoró el incinerador de la historia, es justamente porque el objetivo de los luditas no era político sino social y moral: no querían el poder sino poder desviar la dinámica de la industrialización acelerada. Una ambición imposible. Apenas quedaron testimonios: algunas canciones, actas de juicios, informes de autoridades militares o de espías, noticias periodísticas cien mil libras de pérdidas, una sesión del Parlamento dedicada a ellos, poco más. Y los hechos: dos años de lucha social violenta, mil cien máquinas destruidas, un ejército enviado a “pacificar” las regiones sublevadas, cinco o seis fábricas quemadas, quince luditas muertos, trece confinados en Australia, otros catorce ahorcados ante las murallas del castillo de York, y algunos coletazos finales. ¿Por qué sabemos tan poco sobre las intenciones luditas y sobre su organización? La propia fantasmagoría de Ned Ludd lo explica: aquella fue una sublevación sin líderes, sin organización centralizada, sin libros capitales y con un objetivo quimérico: discutir de igual a igual con los nuevos industriales. Pero ninguna sublevación “espontánea”, ninguna huelga “salvaje”, ningún “estallido” de violencia popular salta de un repollo. Lleva años de incubación, generaciones transmitiéndose una herencia de maltrato, poblaciones enteras macerando saberes de resistencia: a veces, siglos enteros se vierten en un solo día. La espoleta, generalmente, la saca el adversario. Hacia 1810, el alza de precios, la pérdida de mercados a causa de la guerra y un complot de los nuevos industriales y de los distribuidores de productos textiles de Londres para que éstos no compren mercadería a los talleres de las pequeñas aldeas textiles encendió la mecha. Por otra parte, las reuniones políticas y la libertad de letra impresa habían sido prohibidas con la excusa de la guerra contra Napoleón, y la ley prohibía emigrar a los tejedores, aunque se estuvieran muriendo de hambre: Inglaterra no debía entregar su expertise al mundo.
Los luditas inventaron una logística de urgencia. Ella abarcaba un sistema de delegados y de correos humanos que recorrían los cuatro condados, juramentos secretos de lealtad, técnicas de camuflaje, centinelas, organizadores de robo de armas en el campamento enemigo, pintadas en las paredes. Y además descollaron en el viejo arte de componer canciones de guerra, a las cuales llamaban himnos. En uno de los pocos que han sido recopilados puede aún escucharse: “Ella tiene un brazo / Y aunque sólo tiene uno / Hay magia en ese brazo único / Que crucifica a millones / Destruyamos al Rey Vapor, el Salvaje Moloch”, y en otra: “Noche tras noche, cuando todo está quieto / Y la luna ya ha cruzado la colina / Marchamos a hacer nuestra voluntad/ ¡Con hacha, pica y fusil!”. Las mazas que utilizaban los luditas provenían de la fábrica Enoch. Por eso cantaban “La Gran Enoch irá al frente / Deténgala quien se atreva, deténgala quien pueda / Adelante los hombres gallardos/ ¡Con hacha, pica y fusil!”. La imagen de la maza trascenderá la breve epopeya ludita. En la iconología anarquista de principios de siglo, Hércules sindicalizados suelen estar a punto de aplastar con una gran maza, no ya máquinas, sino al sistema fabril entero. Todos estos blues de la técnica no deben hacer perder de vista que las autoridades no sólo querían aplastar la sublevación popular, también buscaban impedir la organización de sectas obreras, en una época en la cual solamente los industriales estaban unidos. Carbonarios, conjurados, la Mano Negra de Cádiz, sindicalistas revolucionarios: en el siglo pasado la horca fue la horma para muchas intentonas sediciosas.
Fuente:
FERRER, Ch. (2005): Cabezas de tormenta. La Plata: Terramar, pp. 82-85
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La reproducción de este libro a través de medios ópticos, electrónicos, químicos, fotográficos o de fotocopias está permitida y alentada por los editores.

Imagen:
The leader of luddities
, Londres, Mayo de 1812.
Fuente: Wikipedia. Restauración: LGdL

lunes, 23 de mayo de 2011

El Perseguido - Kurt Sonnenfeld



Mucho es lo que se ha hablado sobre la trama oculta detrás del ataque al World Trade Center en Nueva York. Sin embargo, el testimonio en primera persona de Kurt Sonnenfeld llega más lejos que cualquiera de las teorías conspirativas planteadas hasta el momento.

Sonnenfeld fue parte activa de FEMA (Federal Emergency Management Agency), una agencia federal del gobierno que toma a su cargo el seguimiento de las catástrofes, los desastres naturales "y no tan naturales" que ocurren en los Estados Unidos. Como camarógrafo tuvo a su cargo la documentación en imágenes del "Ground Zero", el centro neurálgico del ataque terrorista. A partir de entonces, y de ser acusado sin pruebas por un crimen que no cometió, Sonnenfeld se transformó en un "perseguido". Y es que en sus tareas de investigación en la zona reservada sólo a organismos oficiales, algo vio. Algo que sin dudas no debía ver, y que decidió no entregar como información a las autoridades.
Fue así que la cárcel, la tortura, le persecución por parte de los servicios secretos de los Estados Unidos, y un exilio forzado que lo llevó hasta Buenos Aires, se hicieron cotidianos en una vida que a partir del 11-S cambió definitivamente su rumbo.
De ahí la importancia de un libro como El Perseguido. Porque más allá de dar cuenta de una historia personal, se transforma en un documento que devela toda la verdad de uno de los hechos políticos más importantes de los últimos tiempos.

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martes, 26 de abril de 2011

Texto íntegro del Registro de los DDHH de EU 2011 - 2005



Texto íntegro del Registro de los DDHH de EU en 2010 - 2005
Informe de la República Popular de China
Texto íntegro del Registro de los DDHH de EU en 2010 - 2005 ( 2006 no)
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ACTUALIZACION MAYO 25 DE 2012:

Texto íntegro del Registro de los DDHH de EU en 2011
Informe de la República Popular de China
Texto íntegro del Registro de los DDHH de EU en 2011
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miércoles, 23 de marzo de 2011

Tinariwen - Aman Iman ( Water is Life) (2007)



01. Cler Achel
02. Mano Dayak
03. Matadjem Yinmixan
04. Ahimana
05. Soixante Trois
06. Toumast
07. Imidiwan Winakalin
08. Awa Didjen
09. Ikyadarh Dim
10. Tamatant Tilay
11. Assouf
12. Izarharh Tenere

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Los tuareg emigraron al Sáhara desde Libia y Argelia durante la conquista árabe. La dureza del desierto les obligó a adoptar el carácter nómada que finalmente les ha caracterizado pero también les proporcionó otras formas de vida gracias al control que ejercían sobre las rutas comerciales que conectaban el Atlántico con el Mediterráneo o la explotación con esclavos negros de las abundantes minas de sal de la zona. Tras la colonización europea de África en el siglo XIX y la creación de fronteras artificiales que separaron su territorio natural en diversas naciones, los tuareg han sostenido luchas desesperadas para mantener su independencia de un poder que ellos nunca han reconocido, produciéndose diversas revueltas contra las autoridades nacidas tras la independencia de estos países que fueron brutalmente reprimidas por los respectivos gobiernos, especialmente en Malí.

En 1981, el coronel Gaddafi hizo una llamada a los rebeldes tuareg para que acudieran a los campos de entrenamiento que Libia puso a su disposición bajo la preparación de guerrilleros de la OLP y la CNA de Sudáfrica para formar el cuerpo de oficiales de la revolución tuareg. Los futuros Tinariwen formaron parte del primer grupo reclutado y además de la preparación militar tuvieron acceso por primera vez a músicas e instrumentos occidentales, guitarras y bajos eléctricos, que pasaron a constituir nuevos elementos en la música tradicional de su pueblo. Como grupo musical, Tinariwen nació en 1982, sus canciones grabadas en cassettes se divulgaron por todo el Sahara de mano o en mano o copiadas mil veces convirtiéndose en héroes revolucionarios y en el único medio de comunicación en un mundo sin periódicos, radio o televisión, prohibiéndose su música en Malí, Argelia y Níger.

En Malí, tras la caída del dictador Moussa Traoré se nombró un Consejo Nacional de Reconciliación, se invitó a participar a los tuareg en el nuevo gobierno, y finalmente, en 1996, se firmó el Pacto Nacional de Bamako que reconoció un estatuto especial para las regiones del norte de mayoría tuareg. Este acuerdo se materializó en la Hoguera por la Paz de Timbuktú, donde las guerrillas quemaron sus armas. Tinariwen continúa con su revolución exclusivamente musical en un festival anual que se celebra en las cercanías de Timbuktú, en pleno desierto, cada primera luna llena de enero desde el año 2001 a través del cual se han dado a conocer en todo el mundo. Desde entonces han editado varios CD con creciente éxito especialmente el hipnótico “Aman iman” (El agua es vida), grabado en Bamako con el productor inglés Justin Adams, en el que unen las músicas tradicionales de su pueblo tocadas con guitarras eléctricas, al legendario estilo de Ali Farka Touré.
Tomado de Músicas dispersas


Operacion Petroleo Sangriento en Libia!!!




Descargar fragmento del libro:
Muammar al-Gaddafi, El libro Verde.pdf (106.98 KB)



Ver noticias en directo:

Telesur

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America XXI

Nos comunicamos




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Julio anguita: sobre la posible intervencion en Libia






Leonor Massanet, una española en Libia,
testimonio directo de la realidad de Libya OTAN ONU Guerra



Ver Blog Leonor en Libia




























Imperialismos de todos los pelajes...
NO PASARAN!


Ante los bárbaros - José María Vargas Vila 1902

Ante los bárbaros. El Yanqui: He ahí al enemigo
José María Vargas Vila. 1902
Implacable requisitoria contra el expansionismo norte americano, con sus flamantes cañoneras y su "Política del Garrote". Hace un recuento crítico de las invasiones norteamericanas en Haití, Filipinas, Cuba, Panamá y Nicaragua, tras lo cual el gobierno de Washington lo obliga a dejar Estados Unidos.

" Solo un gran soldado amó esa idea (la unidad latinoamericana), solo él, habría sido digno de realizarla, y, ese grande hombre, es hoy un muerto: Eloy Alfaro... Sólo él tenía entre sus manos, el fragmento de la espada rota de Bolívar. " (Fragmento)

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Confesiones de un gangster económico - John Perkins

Los gángsteres económicos (Economic Hit Men, EHM) son profesionales generosamente pagados que estafan billones de dólares a países de todo el mundo. Canalizan el dinero del Banco Mundial, de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID) y de otras organizaciones internacionales de «ayuda» hacia las arcas de las grandes corporaciones y los bolsillos del puñado de familias ricas que controla los recursos naturales del planeta. Entre sus instrumentos figuran los dictámenes financieros fraudulentos, las elecciones amañadas, los sobornos, las extorsiones, las trampas sexuales y el asesinato. Ese juego es tan antiguo como los imperios, pero adquiere nuevas y terroríficas dimensiones en nuestra era de la globalización. Yo lo sé bien, porque yo he sido un gángster económico. John Perkins

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La destrucción cultural de Iraq - Fernando Báez

Es difícil decir algo breve que no sea enteramente banal y obvio. Pero aquí va un intento: cuando uno piensa en una invasión militar, uno cree que la responsabilidad primordial del ejército ocupante es proteger a la población civil, a la sociedad y a la cultura. Las fuerzas de coalición -Estados Unidos, Gran Bretaña, España, y algunos otros pocos- fueron cuidadosas en mantenerse dentro de esta responsabilidad en un único caso: el Ministerio del Petróleo fue totalmente protegido. Con una pequeña fracción del poder de sus comandos armados, hubieran podido también resguardar la riqueza cultural de Irak que se remonta al nacimiento de nuestra civilización occidental, y que posee algunos de los tesoros más valiosos del mundo. Sin embargo, no lo hicieron. Las consecuencias son una reminiscencia de las invasiones de los Mongoles, un gravísimo e inolvidable crimen.
Sobre este tema trata la obra de Fernando Báez, titulada “La destrucción cultural de Irak. Un testimonio de posguerra”, que resulta increíble y dramática. Provoca dolor lo que cuenta. Y debo advertir que al menos una de sus predicciones se ha cumplido ya: una total impunidad que ha salvado a los culpables. Noam Chomsky

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domingo, 1 de febrero de 2009

No End in Sight



Título original: No End in Sight
Traducido: La guerra sin fin
Año: 2007
Nacionalidad: USA
Duración: 1h,37 minutos
Director: Charles Ferguson
Productora: Magnolia Pictures / Red Envelope Entertainment / Representational Pictures

Nominado al Oscar al mejor documental y ganador del Premio especial del jurado en el Festival de Sundance, "La guerra sin fin (No End in Sight)" examina los decisiones tomadas por la Administración Bush en torno a la invasión de Irak en 2003, mostrando la incompetencia, temeridad y deshonestidad de quienes estaban al mando.



Duración:1:37:27
Ver en Megavideo
Subtítulos en español

Loose Change Final Cut



Título Original: Loose Change - Final Cut
Año: 2007
País: USA.
Director: Dylan Avery.
Idioma: Inglés
Subtítulos: Español
Duración: 209 minutos

En Loose Change Final Cut se intenta demostrar que el atentado del 11 de septiembre de 2001 fue una conspiración, mostrando inconsistencias en las versiones oficiales de lo ocurrido, por ejemplo que el colapso de las Torres Gemelas y el WTC 7 del World Trade Center no fue causado por un intenso calor que finalmente doblegara la estructura de acero del edificio, si no que fue causado por explosivos que serían los únicos en causar los daños necesarios para derrumbar las dos torres. En cuanto al Pentágono se cuestionan varias discrepancias, y se afirma que en realidad no existe una evidencia sólida del choque del avión comercial. Sobre el vuelo 93 también se ocupan en el último capítulo de la saga Loose Change.



Duración: 2:09:54
Ver el video en Google

TerrorStorm - Alex Jones


Duración: 1:50:19
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EndGame


Duración:2:19:26
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EndGame - Blueprint For Global Enslavement

El Camino a la tirania - Alex Jones


Duración:2:23:23
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viernes, 30 de enero de 2009

Taxi el lado oscuro



Título Original: Taxi to the Dark Side
Año: 2007
País: Estados Unidos
Duración: 1h,45 minutos
Producción: Alex Gibney, Eva Orner, Susannah Shipman
Dirección: Alex Gibney
Doblada al español

En 2002, un joven taxista afgano llamado Dilawar, considerado por la gente de su pequeño pueblo como un hombre amable y honrado, transportó a tres pasajeros hasta la zona de Khost, donde acababa de ser atacada una base estadounidense. Estaba en mal lugar en el peor momento y fue detenido por tropas de EE UU. Cinco días después moría a consecuencia de las torturas que sufrió.
Galardonado como Mejor Documental en el Festival de Tribeca y dirigido por Alex Gibney, nominado al Oscar por su trabajo "Enron, los tipos que estafaron a América"

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Duración: 1:43:23

Medios de propaganda



“Miente, miente, que al final algo quedará... ...cuanto más grande sea una mentira, más gente lo creerá..."
Joseph Goebbels, ministro de Propaganda nazi.

Preceptos de Goebbels sobre los medios de comunicación o propaganda:

1. Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo.

2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada.

3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. "Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.

4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.

5. Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

6. Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: "Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad."

7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.

8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias.

9. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.

10. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas.

11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa "como todo el mundo", creando una falsa impresión de unanimidad.

Belad jebala ghemara Palestina


Duración: 2:55

Reglas del Terrorismo Mediático

 

Las reglas del terrorismo mediático para desinformar.

De un artículo de Emir Sader
Articulos de Emir Sader en Rebelion

Aqui están las reglas básicas sugeridas por "los reivindicadores de la libertad y democracia" para hacerse una opinión objetiva del conflicto árabe-israelí.

1: En Oriente Próximo siempre son los árabes quienes atacan primero e Israel quien se defiende siempre. Se llama tomar represalias.

2: Los árabes, palestinos o libaneses no tienen derecho a matar a militares o civiles del otro bando, ni destruir infraesturctura israelita. Se llama terrorismo.

3: Israel tiene derecho a matar a destajo civiles árabes, incendiar y demoler todo lo que se encuentre en los territorios palestinos o de cualquier país árabe, y si es necesario, convertir dichos territorios en páramos yermos y estériles. Se llama legítima defensa.

4: Cuando Israel mata a demasiados civiles y destruye demasiada infraestructura vital como casas u hospitales, las potencias occidentales le piden que se contenga. Se llama reacción de la comunidad internacional.

5: Los palestinos no tienen derecho a defenderse de militares israelíes, ni de capturarlos o enjuiciarlos por crimenes de lesa humanidad. Se llama ataque terrorista y secuestro.

6: Los israelíes tienen derecho a detener a tantos palestinos como deseen (unos 10.000 presos hasta hoy, entre los que se cuentan cerca de 300 niños). No hay límites y no necesitan aportar ninguna prueba de la culpabilidad de las personas apresadas. Es suficiente con pronunciar la palabra mágica: "terrorista".

7: Cuando usted dice "Hamas" o "Palestina", hay que añadir siempre la expresión "sostenido y armado por Siria, Irán y el resto del Mundo Árabe".

8: Cuando usted dice "Israel", nunca hay que añadir después: "sostenido y armado por Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea", porque se podría creer que se trata de un conflicto desequilibrado.

9: No hablar jamás de "Territorios ocupados", de resoluciones de la ONU, de violaciones del derecho internacional ni de convenios de Ginebra. Esto atenta contra el divino destino del Pueblo Elegido.

10: Los israelíes son inocentes víctimas del odio y crueldad de los malignos árabes. Esto explica por qué se les da a ellos y a sus partidarios la palabra tan a menudo como es posible. Así pueden explicarnos las reglas precedentes (de la 1 a la 9). Se llama neutralidad periodística.

11: Si usted no está de acuerdo con estas reglas o le parece que favorecen a una de las partes en conflicto en detrimento de la otra, es que usted es un "antisemita peligroso” y debe ser silenciado por expresar un profundo racismo y odio hacia los indefensos israelitas.

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miércoles, 28 de enero de 2009

¿Quién es el terrorista? - DAM


Duración: 04:04 min
Con subtítulos en español
Ver el video en Overstream
Subtítulos de Alifa.org
Sitio oficial de DAM

Max Richter - Waltz With Bashir

Película



Sobre la masacre de Sabra y Chatila

TITULO ORIGINAL : Waltz with Bashir (Vals Im Bashir)
AÑO : 2008
DURACIÓN : 87 min.
PAÍS : Israel
DIRECTOR : Ari Folman
GUIÓN : Ari Folman
MÚSICA : Max Richter
FOTOGRAFÍA : Animation
REPARTO : Animation
PRODUCTORA : Coproducción Israel-Alemania-Francia; Bridgit Folman Film Gang / Les Films d'Ici / Razor Film / Arte France / ITVS International
WEB OFICIAL : http://waltzwithbashir.com/

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Subtitulos en español incrustados


Trailer o Corto como decimos algunos



Banda Sonora



Artista: Max Richter
Album: Waltz With Bashir OST
Genero: modern classical, ambient
Año: 2008

1 Boaz and the dogs
2 Iconography
3 The Haunted Ocean
4 JSB - RPG
5 Shadow Journal
6 OMD - Enola Gay
7 The Haunted Ocean 2
8 Taxi and APC
9 Any Minute Now - Thinking Back
10 Sawm Out to Sea - Return
11 Patchouli Oil and Karate
12 Pil - This Is Not a Love Song
13 What Had They Done?
14 Into the Airport Hallucination
15 The Slaughterhouse
16 The Haunted Ocean 3
17 Into the Camps
18 The Haunted Ocean 4
19 Andante-Reflection (End Title)
20 The Haunted Ocean 5 (solo version)

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pass:veror.blogspot.com

Palestina Libre



01. Rainin in Paradize (Manu Chao - La Radiolina 2007)
02. Palestina (Mama Perfecta - Nuestro Valle 2004)
03. Flowers for Filastin (Al Mukawama - Al Mukawama 2002)
04. El Día (Cheb Balowski - Potiner 2003)
05. Bombas Judías (Habeas Corpus - N.N. 1998)
06. Palestina Resiste (Mallacàn - Luen d´o paradiso 1999)
07. Intifada (Ska-P - ¡¡Que Corra la Voz!! 2002)
08. Per Palestina (Oprimits - Toleránzia Zero 2006)
09. Sense Terra (Obrint Pas - Terra 2002)
10. Palestina (Discipulos de Otilia - En Blanco & Negro 2007)
11. Yalah Yalah Ramallah (F. Muguruza - E.H. Jamaika Clash 2006)
12. Piedras Vs. Tanques (Ojos de Brujo - Techarí 2006)
13. Palestina (La Bundu Band - Estelles del Passat 2007)
14. Holiday in Ramallah (Banda Bassotti - Así es Mi Vida 2003)

Descargar aquí o aquí